lunes, 5 de septiembre de 2016

Elefantes en la Sala / Néstor Elias + Violentango

Dice Elias...

En febrero del 2005 mi padre sufrió un Accidente Cerebro Vascular. Desde entonces la situación familiar nunca volvió a ser la misma.  El viejo, como le decimos en la intimidad, se logró recuperar bien y no tuvo mayores secuelas de semejante trance médico que lo tuvo semi-vivo o semi-muerto, según se mire, casi un mes. Sin embargo a ello le siguió una explosión vesicular con urgente internación y por último la rotura de cadera cuando un intenso viento lo embolsó en una esquina de su querido barrio donde dejó huellas. Por supuesto la taba estaba de culo ese año por lo que la prótesis no iba a prosperar y la infección profunda  venía para instalarse. Por entonces, nuestros andares familiares se devenían entre la obra social, las clínicas y los médicos. Mis hermanos y yo nos hicimos expertos en algunos diagnósticos y términos profesionales a la vez que empezamos a sentirnos cada vez más escépticos de la medicina tradicional y su estructuración de atención médica.   Es decir, en un año y medio, el viejo se tomó vacaciones forzadas durante casi siete meses en camas de hospital, y otros cinco meses  en cama ortopédica domiciliaria…Como él solía decir por entonces. “Soy una suerte de preso domiciliario”. Sólo dialogaba con kinesiólogos, enfermeros y médicos de temas, que por supuesto, no hubiera querido hablar nunca siendo el protagonista de la historia.  ¿La viejita? Su enfermera full time, su protestona compañera, su amorosa camarada de lucha. Gastó sus últimos cartuchos vitales en esa gesta de amor y una vez vencedora, emprendió su propia lucha contra el cáncer mortal.

Una tarde de tantas, al salir de la casa familiar en Villa Lugano, subí al colectivo y empecé a escribir para no llorar. En aquella tarde quieta como el denso gris del día, se me habían revelado los tiempos venideros.  En la ventilla  se me apareció Don Cátulo Castillo diciéndome “...en este desencuentro con la fe querés cruzar el mar y no podés”. Así nació Elefantes en la Sala, en un colectivo de la línea 150 durante el trayecto entre Lugano 1 y 2 y  Parque Patricios, una tarde-noche de invierno porteño. Todo un tango.  

La deliciosa sonoridad que ambienta este texto es el tema Barcewalking  de los amigos de Violentango.  Grabado en el álbum de la banda Buenos Aires 3 A.M. en el año 2007, mismo año durante el cual salió publicado el poema en el libro Del Trazo que Brotan los rostros del Mundo. Paradojas del encuentro artístico. 

1 comentario:

  1. Que belleza!!!!!!!
    gracias por escribir asi. Su padres deben estar orgullosos de tener un hijo con semejante sensibilidad. Mucho habrán tenido que ver.

    María Eugenia Villordo.

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